Esta historia nos deja grandes enseñanzas. Primero, que todas las buenas acciones tarde o temprano tienen una recompensa que no habíamos imaginado y segundo, que no debemos juzgar a las personas por su apariencia. Sean Currey es un hombre que vive en las calles y de quien pudiéramos pensar que al encontrarse una billetera, no la regresaría y se quedaría con el dinero. Sin embargo, él no lo hizo.

La joven Mikayla Gounard y su abuelita fueron juntas a un café. Sin embargo, la mujer mayor olvidó su billetera en la que además de dinero, tenía sus tarjetas bancarias y su tarjeta para recibir atención médica. Sean la encontró entre la basura que habían sacado del local y aunque un amigo le dijo que se quedara con ella, él supo que eso no era lo correcto.

Luego de buscar algún dato sobre el propietario, encontró el nombre y la dirección de Evelyn Topper y la llamó para entregársela. La mujer no cabía de alegría por este noble gesto, lo que le dio la idea a Mikayla de que debía hacer algo para premiar a Sean, no solo una recompensa de algunos dólares, sino algo más grande. La pequeña estaba por cumplir 12 años y en lugar de pedir regalos, juntó donativos para este buen hombre.

La chica reunió 475 dólares que entregó a Sean, pero esto fue solo el inicio, ya que al darse cuenta de que la necesidad de este hombre era mucha, tanto ella como la familia decidieron unirse para lograr un poco más. El objetivo principal era darle un hogar a Sean, así que iniciaron una campaña en GoFundMe, donde ya llevan más de 46,000 dólares.

Además, la familia planea hacer una campaña permanente para que más personas en situación de calle como Sean tengan una casa pequeña y dejen de vivir en cualquier sitio. Es una acción maravillosa, pues en todas partes del mundo existen hombres y mujeres que por una u otra razón lo perdieron todo y terminaron alimentándose de basura, de lo que otros les dan y viviendo en parques, abajo de los puentes o en cualquier otro lugar.

Cuando hacemos una buena acción, esta también llega a otras personas y, por supuesto, sirve para inspirar a otros a hacer también cosas buenas por los demás, generando así una enorme cadena de bondad que pueda ser más y más grande.